48. "El que reciba a este niño en Mi nombre," les dijo, "Me recibe a Mí; y el que Me recibe a Mí, recibe a Aquél que Me envió; porque el que es más pequeño (humilde) entre todos ustedes, ése es grande."
49. Y Juan respondió: "Maestro, vimos a uno echando fuera demonios en Tu nombre, y tratamos de impedírselo porque no anda con nosotros."
50. Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan; porque el que no está contra ustedes, está con ustedes."
51. Sucedió que cuando se cumplían los días de Su ascensión, Jesús, con determinación, afirmó Su rostro para ir a Jerusalén.
52. Y envió mensajeros delante de El; y ellos fueron y entraron en una aldea de los Samaritanos para hacer los preparativos para El.
53. Pero no Lo recibieron, porque sabían que había determinado ir a Jerusalén.
54. Al ver esto, Sus discípulos Jacobo (Santiago) y Juan, dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?"
55. Pero El, volviéndose, los reprendió, y dijo: "Ustedes no saben de qué espíritu son,
56. porque el Hijo del Hombre no ha venido para destruir las almas de los hombres, sino para salvarlas." Y se fueron a otra aldea.
57. Mientras ellos iban por el camino, uno Le dijo: "Te seguiré adondequiera que vayas."
58. "Las zorras tienen madrigueras (cuevas) y las aves del cielo nidos," le dijo Jesús, "pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza."
59. A otro le dijo: "Ven tras Mí." Pero él contestó: "Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre."
60. "Deja que los muertos entierren a sus muertos," le respondió Jesús; "pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios."
61. También otro dijo: "Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa."
62. Pero Jesús le dijo: "Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios."