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Hechos 4:18-35 Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH)

18. Cuando los llamaron, les ordenaron no hablar ni enseñar en el nombre de Jesús.

19. Pero Pedro y Juan, les contestaron: "Ustedes mismos juzguen si es justo delante de Dios obedecer a ustedes en vez de obedecer a Dios.

20. Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído."

21. Y después de amenazarlos otra vez, los dejaron ir, no hallando la manera de castigarlos por causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que había acontecido;

22. porque el hombre en quien se había realizado este milagro (esta señal) de sanidad tenía más de cuarenta años.

23. Cuando quedaron en libertad, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.

24. Al oír ellos esto, unánimes alzaron la voz a Dios y dijeron: "Oh, Señor, Tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay,

25. el que por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, Tu siervo, dijiste: '¿Por que se enfurecieron los gentiles (las naciones), y los pueblos tramaron cosas vanas?

26. Se presentaron los reyes de la tierra, y los gobernantes se juntaron a unacontra el Señor y contra Su Cristo (el mesias, el ungido).'

27. Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes (Antipas) como Poncio Pilato, junto con los Gentiles y los pueblos de Israel, contra Tu santo Siervo (Hijo) Jesús, a quien Tú ungiste,

28. para hacer cuanto Tu mano y Tu propósito habían predestinado que sucediera.

29. Ahora, Señor, considera sus amenazas, y permite que Tus siervos hablen Tu palabra con toda confianza,

30. mientras extiendes Tu mano para que se hagan curaciones, señales (milagros) y prodigios mediante el nombre de Tu santo Siervo (Hijo) Jesús."

31. Después que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor.

32. La congregación (La multitud) de los que creyeron era de un corazón y un alma. Ninguno decía ser suyo lo que poseía, sino que todas las cosas eran de propiedad común.

33. Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y había abundante gracia sobre todos ellos.

34. No había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían, traían el precio de lo vendido,

35. y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y se distribuía a cada uno según su necesidad.

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