34. Pero siempre que Moisés entraba a la presencia del Señor para hablar con El, se quitaba el velo hasta que salía. Siempre que él salía, decía a los Israelitas lo que el Señor le había ordenado.
35. Los Israelitas veían que la piel del rostro de Moisés resplandecía, y Moisés volvía a ponerse el velo sobre su rostro hasta que entraba a hablar con Dios.