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2 Reyes 4:18-32 Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH)

18. Cuando el niño creció, llegó el día en que salió al campo adonde estaba su padre con los segadores,

19. y dijo a su padre: "¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!" Y el padre dijo a un criado: "Llévalo a su madre."

20. Y tomándolo, el criado lo llevó a su madre, y el niño estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.

21. Entonces ella subió y lo puso sobre la cama del hombre de Dios, cerró la puerta, y salió.

22. Luego llamó a su marido y le dijo: "Te ruego que me envíes uno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al hombre de Dios y regrese."

23. Y él dijo: "¿Por qué vas hoy a él? No es luna nueva ni día de reposo." Y ella respondió: "Quédate en paz."

24. Entonces ella aparejó el asna y dijo a su criado: "Arrea y anda; no detengas el paso por mí a menos que yo te lo diga."

25. Y ella fue y llegó al hombre de Dios en el Monte Carmelo. Cuando el hombre de Dios la vio a lo lejos, dijo a Giezi su criado: "Mira, allá viene la Sunamita.

26. Te ruego que corras ahora a su encuentro y le digas: '¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien al niño?'" Y ella respondió: "Estamos bien."

27. Pero cuando ella llegó al monte, al hombre de Dios, se abrazó de sus pies. Y Giezi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios dijo: "Déjala, porque su alma está angustiada y el Señor me lo ha ocultado y no me lo ha revelado."

28. Entonces ella dijo: "¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No dije: 'No me engañe usted?'"

29. Entonces Eliseo dijo a Giezi: "Prepárate, toma mi báculo en tu mano, y vete. Si encuentras a alguien, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le respondas, y pon mi báculo sobre el rostro del niño."

30. Y la madre del niño dijo: "Vive el Señor y vive su alma, que no me apartaré de usted." Entonces Eliseo se levantó y la siguió.

31. Y Giezi se adelantó a ellos y puso el báculo sobre el rostro del niño, pero no hubo voz ni reacción. Así que volvió para encontrar a Eliseo, y le dijo: "El niño no ha despertado."

32. Cuando Eliseo entró en la casa, el niño ya estaba muerto, tendido sobre su cama.

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