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Lucas 4:18-34 Nueva Biblia al Día (NBD)

18. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para dar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado para anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos,

19. para anunciar el año en que el Señor nos dará su favor».

20. Luego cerró el libro, se lo devolvió al encargado y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga tenían los ojos puestos en él.

21. Entonces él comenzó a decirles:—Esta Escritura acaba de cumplirse hoy delante de ustedes.

22. Todos se expresaban bien de él y estaban admirados por las hermosas palabras que él hablaba.Estaban intrigados y se preguntaban:—¿No es éste el hijo de José?

23. Jesús les dijo:—Sin duda ustedes me dirán ese refrán: “Médico, cúrate a ti mismo. Haz aquí, en tu propia tierra, lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”.

24. Pero yo les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra.

25. En tiempos de Elías no llovió por tres años y medio y hubo mucha hambre en toda la tierra. En Israel vivían muchas viudas en esa época;

26. sin embargo, a Elías no lo enviaron a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón.

27. Y en tiempos del profeta Eliseo había en Israel muchos enfermos de lepra, pero Eliseo no sanó a ninguno de ellos sino sanó a Naamán, que era de Siria.

28. Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se pusieron furiosos,

29. se levantaron y lo echaron fuera del pueblo. Lo llevaron a lo alto de la colina sobre la que estaba construido el pueblo, para arrojarlo desde allí,

30. pero él pasó por en medio de ellos y se fue.

31. Jesús se fue a Capernaúm, un pueblo de la región de Galilea, y enseñaba a la gente el día sábado.

32. Los que lo oían se sorprendían de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad.

33. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por un espíritu malo que le gritó con todas sus fuerzas:

34. —¡Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú. ¡El Santo de Dios!

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