28. Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
29. «Ahora, Soberano Señor, tu palabra se ha cumplido: ya puedes dejar que este tu siervo muera en paz,
30. porque mis ojos han visto tu salvación,
31. la que has preparado a la vista de todos los pueblos;
32. es la luz que alumbrará a las naciones y la gloria de tu pueblo Israel».