20. »Llegó el otro empleado y dijo: “Señor, aquí está su dinero. Lo envolví en un pañuelo y lo guardé.
21. Tenía miedo porque usted es un hombre muy exigente que recoge lo que no depositó y cosecha lo que no sembró”.
22. Entonces el rey le contestó: “Eres un empleado malo. Con tus mismas palabras te voy a juzgar. Si sabías que soy muy exigente, que recojo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré,
23. ¿por qué no depositaste mi dinero en el banco, para que cuando yo regresara ganara los intereses?”
24. Entonces, les dijo a los que estaban allí: “Quítenle el dinero y dénselo al que ganó diez veces más”.
25. Pero, ellos le dijeron: “Señor, pero si él ya tiene diez veces más”.
26. El rey les respondió: “Les aseguro que al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, hasta lo poco que tenga se le quitará.
27. Y a esos enemigos míos que no querían que yo fuera su rey, tráiganlos aquí y mátenlos delante de mí”».
28. Al terminar de decir esto, siguió su camino hacia Jerusalén.
29. Cuando estuvo cerca de Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos y les dijo:
30. «Vayan a la aldea que está enfrente. Cuando entren, van a encontrar un burrito atado en el que nadie antes se ha montado. Desátenlo y tráiganlo.
31. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: “El Señor lo necesita”».
32. Ellos fueron y lo encontraron tal como él les había dicho.