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Lucas 13:18-34 Nueva Biblia al Día (NBD)

18. Jesús también les dijo:—¿A qué se parece el reino de Dios? ¿Con qué puedo compararlo?

19. El reino de Dios se parece a una semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerto. Creció y se convirtió en un árbol grande, y en sus ramas las aves hicieron sus nidos.

20. Jesús volvió a decir:—¿Con qué puedo comparar el reino de Dios?

21. Se puede comparar con la levadura que una mujer mezcló con una gran cantidad de harina, y la levadura hizo que fermentara toda la masa.

22. Jesús continuó su viaje a Jerusalén y enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba.

23. Alguien le preguntó:—Señor, ¿son pocos los que se van a salvar?Él contestó:

24. —Traten de entrar por la puerta angosta, porque muchos tratarán de entrar y no podrán.

25. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, ustedes se pondrán a golpearla, y gritarán: ”Señor, ábrenos”. Pero él les contestará: “No sé quiénes son ustedes”.

26. Y ustedes dirán: “Comimos y bebimos contigo, y tú enseñaste en nuestras calles”.

27. Pero él les contestará: “Ya les dije que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, malhechores!”

28. »Cuando a ustedes los echen fuera, allí habrá llanto y rechinar de dientes, porque verán en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los demás profetas.

29. Y vendrá gente del oriente y del occidente, del norte y del sur, para sentarse a la cena en el reino de Dios.

30. Entonces verán que los que fueron últimos serán primeros, y los que fueron primeros serán últimos.

31. En ese momento unos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron:—Vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.

32. Él les contestó:—Vayan y díganle a esa zorra: “Yo voy a seguir echando fuera demonios y sanando a la gente hoy y mañana, y al tercer día terminaré lo que debo hacer”.

33. Tengo que seguir mi camino hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.

34. »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas!, pero no quisiste.

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