6. Vamos, arrodillémonos ante el SEÑOR nuestro hacedor,
7. porque él es nuestro Dios. Nosotros somos el pueblo al que él vigila, ovejas de su rebaño a las que cuida. ¡Ah, que hoy escucharan ustedes su llamado y acudieran a él!
8. No endurezcan su corazón como lo hizo Israel en el desierto, en Meriba y Masah.
9. Porque allí sus padres dudaron de mí y me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras. ¡Cómo abusaron de mi paciencia con sus quejas!
10. «Cuarenta años estuve enojado con ellos, y dije: “Son un pueblo cuyo corazón está muy lejos de mí. No quieren hacer lo que les digo”.
11. Así que, en mi enojo, hice un juramento: “Jamás entrarán en mi reposo”».