14. Sálvame, para que pueda alabarte públicamente en presencia del pueblo en las puertas de Jerusalén, y pueda regocijarme porque me has rescatado.
15. Las naciones caen en las trampas que cavaron para otros; la trampa que pusieron los ha atrapado.
16. El SEÑOR es célebre por la forma en que hace caer a los malvados en sus propios lazos.
17. Los malvados serán enviados al sepulcro; éste es el destino de las naciones que olvidan al SEÑOR.