4. ¡Los montes eternos no pueden comparar su gloria con la tuya!
5. Vencidos están los más poderosos de nuestros enemigos. Están recostados ante nosotros en el sueño de la muerte; ni uno de ellos puede alzar su mano contra nosotros.
6. Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, caballos y jinetes quedaron inmóviles.
7. ¿Quién puede estar ante ti cuando se enciende tu enojo?
8. Desde el cielo pronuncias sobre ellos la sentencia; tiembla la tierra y silenciosa está ante ti.
9. Te levantas para castigar a los malhechores, oh Dios, y para rescatar a los pobres de la tierra.
10. La enemistad de los hombres sólo hace que tu gloria se note más; porque tú la usas como espada de juicio.