23. ¡Despierta, SEÑOR, Dios mío! ¡Vindícame!
24. Declárame inocente, porque tú eres justo. No dejes que mis enemigos se regocijen por mi tribulación.
25. No permitas que digan: «¡Ajá! ¡Nuestro mayor deseo contra él pronto será realidad! ¡Nos lo hemos tragado vivo!»
26. Avergüénzalos; haz que quienes alardean a costa mía y se gozan de mis tribulaciones sean agobiados por la desgracia. Despoja hasta la deshonra a todos los que se creen más que yo.
27. Pero concede gran gozo a los que me desean el bien. Que clamen ellos con júbilo: «¡Grande es el SEÑOR que se deleita en auxiliar a su siervo!»
28. Y yo proclamaré ante todos cuán grande y bueno eres tú; te alabaré todo el día.