135. Mírame con amor; enséñame tus decretos.
136. Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, porque la gente desobedece tu ley.
137. Oh SEÑOR, tú eres justo y tus juicios son rectos.
138. Tus decretos son perfectos, y dignos de confianza.
139. Me consume el enojo por la forma en la que mis enemigos han desechado tus palabras.
140. He puesto a prueba tus promesas por completo y es por eso que las amo tanto.
141. Indigno soy y despreciado, pero no olvido tus mandamientos.
142. Tu justicia es eterna, y tu ley es la verdad.
143. En mi angustia y tribulación tus mandamientos son mi alegría.
144. Tus decretos son siempre justos; ayúdame a comprenderlos y viviré.
145. Oro a ti con todo el corazón; respóndeme, SEÑOR; y obedeceré tus decretos.
146. A ti clamo: «¡Sálvame!» Así podré cumplir tus decretos.
147. Muy de mañana, antes de salir el sol, clamo a ti pidiendo ayuda; en tus palabras he puesto mi esperanza.
148. Me quedo despierto en la noche para meditar en tus promesas.
149. Conforme a tu justicia, salva mi vida.