4. Él les contó acerca del contrato que tenía con Micaía y que era su sacerdote privado.
5. —Bien —dijeron—, pídele entonces a Dios que te diga si nuestro viaje tendrá éxito.
6. —Sí —contestó el sacerdote—. Todo saldrá bien. Jehová los cuidará.
7. Los cinco hombres salieron y fueron a Lais, y notaron que allí todo el mundo se sentía seguro y confiado. Vivían a la manera de los fenicios y eran muy ricos. Vivían reposadamente y estaban totalmente desprevenidos para un ataque, porque no había tribus suficientemente fuertes en la región como para que intentaran atacarlos. Vivían a gran distancia de sus parientes en Sidón y tenían poco o ningún contacto con los pueblos cercanos.
8. Los espías regresaron a Zora y Estaol.—¿Qué hay? —preguntaron—. ¿Qué noticias nos traen?
9-10. Y los hombres respondieron: —Ataquemos sin pérdida de tiempo. La tierra es amplia y fértil. Es un verdadero paraíso. El pueblo no está preparado para defenderse. ¡Vamos y tomémosla, porque Jehová nos la ha dado!
11. Seiscientos soldados de la tribu de Dan salieron de Zora y Estaol.
12. Acamparon en los lugares al oeste de Quiriat Jearim en Judá (lugares que todavía se conocen por el nombre de Campamento de Dan),
13. y luego siguieron hasta la región montañosa de Efraín.Cuando pasaron por casa de Micaía,
14. los cinco exploradores les dijeron a los demás:—Aquí hay un santuario con un efod, algunos terafines y muchos ídolos de plata. Es obvio lo que tenemos que hacer.
15-16. Los cinco hombres entraron a la casa de Micaía y saludaron al joven sacerdote. Los seiscientos hombres armados se quedaron junto a la puerta,
17. mientras los cinco espías entraban en el santuario y sacaban los ídolos, el efod y los terafines.