20. El joven sacerdote se sintió muy feliz de irse con ellos y se llevó consigo el efod, los terafines y los ídolos.
21. Se pusieron en marcha nuevamente, poniendo a los hijos, el ganado y los enseres adelante.
22. Cuando ya estaban a buena distancia, los de la casa de Micaía salieron en su persecución
23. y les gritaban que se detuvieran.—¿Qué pretenden persiguiéndonos de esta manera? —preguntaron los hombres de Dan.
24. —¿Y lo preguntan? —replicó Micaía—. Se han robado mis dioses y mi sacerdote, y nada me han dejado.
25. —Cuidado con lo que dices —replicaron los hombres de Dan—. Hay aquí algunos que son de ánimo colérico, y podrían enojarse y matarte.
26. Los hombres de Dan siguieron su marcha. Cuando Micaía vio que eran muchos para enfrentarse a ellos por sí mismo, volvió a su casa.
27. Con los ídolos y el sacerdote de Micaía, los hombres de Dan llegaron a la ciudad de Lais. Ni siquiera había guardia, así que entraron y mataron a todo el pueblo quemaron la ciudad hasta los cimientos.
28. Nadie pudo ayudar a sus habitantes porque estaba muy lejos de Sidón, y no tenían aliados locales porque no tenían tratos con nadie. Esto ocurrió en el valle que está junto a Betrehob. El pueblo de la tribu de Dan reedificó la ciudad y vivió allí.
29. La ciudad fue llamada Dan, en honor a su antepasado, el hijo de Israel, pero anteriormente se llamaba Lais.