2. «¿Me permites una palabra? Pues, ¿cómo sería posible no hablar?
3-4. En tiempos pasados aconsejaste a más de un alma acongojada que confiara en Dios y has alentado a los débiles o vacilantes, y a quienes yacían decaídos o tentados a desesperar.
5. Pero ahora, bajo el golpe de la aflicción, desfalleces y te derrumbas.
6. En un tiempo como éste, ¿no debería tu fe en Dios ser todavía tu confianza? ¿Acaso no crees que Dios cuidará de los buenos?
7-8. »¡Ponte a pensar! ¿Viste alguna vez a una persona genuinamente buena e inocente que haya sido castigada? La experiencia enseña que los que siembran pecado y problemas son quienes los cosechan.