Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Jeremías 8:13-23 Nueva Biblia al Día (NBD)

13. Sus higos y uvas desaparecieron, sus árboles frutales se secaron y todos los bienes que llegaron a tener se esfumaron. Y fui yo quien provoqué sus pérdidas.

14. Entonces el pueblo dirá: «¿Para qué esperar a morir aquí? Vengan, vamos a las ciudades protegidas y perezcamos allá. Porque el Señor Dios nuestro nos ha condenado a muerte y nos ha dado a beber copa de veneno por todos nuestras maldades.

15. Esperábamos paz, y paz no hubo; buscábamos salud, y sólo hallamos desgracia».

16. Se escucha gran escándalo de guerra viniendo del norte. Todo el mundo se llena de espanto al acercarse el terrible ejército, pues viene el enemigo y a su paso acaba con todo cuanto halla, ciudades y gente por igual.

17. Porque yo enviaré contra ustedes estos ejércitos enemigos como serpientes venenosas a las que no pueden engañar. Hagan lo que hagan, los atacarán y morirán.

18. ¡No hay consuelo para mi tristeza; tengo el corazón lleno de dolor!

19. Escuchen el llanto de mi pueblo por toda la tierra: «¿En dónde está el SEÑOR?», preguntan, «¿nos ha abandonado Dios?» ¡Ay! ¿Por qué me han provocado con sus ídolos labrados y sus perversos ritos extraños?, responde el SEÑOR.

20. Pasó la cosecha, se fue el verano y nosotros seguimos esperando nuestra salvación.

21. Lloro por la herida de mi pueblo; estoy atónito, silencioso, mudo de dolor.

22. ¿No hay remedio en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué no hace Dios algo? ¿Por qué no nos brinda su auxilio?

23. ¡Hay tanto dolor que parece que no me alcanzarán todas las lágrimas para llorar por tanta desgracia!

Leer capítulo completo Jeremías 8