5. y si no ponen atención a lo que les dicen mis servidores los profetas —pues una y otra vez los he enviado para prevenirlos, pero no han querido hacerles caso—,
6. destruiré este templo, como destruí el templo de Siló, y haré que sobre Jerusalén se digan toda clase de tristes historias, como ciudad maldecida.
7-8. Cuando Jeremías terminó su mensaje, luego que dijo todo cuanto el SEÑOR le había ordenado, los sacerdotes, los falsos profetas y todo el pueblo reunido en el templo se le echaron encima gritando:—¡Muera! ¡Muera!
9. ¿Qué derecho tienes para decir que el SEÑOR destruirá este templo como hizo con el de Siló? ¿Qué es eso de que Jerusalén será destruida y nadie se salvará?
10. Cuando los altos dignatarios de Judá oyeron lo que ocurría, acudieron aprisa desde el palacio y se sentaron a la entrada principal del templo para entablar un juicio.
11. Los sacerdotes y los falsos profetas presentaron sus cargos contra Jeremías ante los dignatarios y el pueblo:—Este hombre merece morir, decían. Con sus propios oídos han oído su traición, pues ha declarado que esta ciudad será destruida.
12. Jeremías habló en defensa propia:—Ha sido el SEÑOR quien me ha enviado para anunciar la destrucción de este templo y esta ciudad. Él me dio cada una de las palabras que he pronunciado.
13. Pero si dejan de cometer tantas maldades y comienzan a seguir las instrucciones del SEÑOR su Dios, él revocará todo el castigo que ha anunciado contra ustedes.