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Ezequiel 3:9-18 Nueva Biblia al Día (NBD)

9. Yo he hecho tu frente más dura que la roca. Así que no tengas miedo de ellos, ni temas sus miradas amenazantes e iracundas, aunque sean tan rebeldes».

10. Luego él agregó: «Hombre mortal, deja que mis palabras penetren en lo profundo de tu propio corazón primero; medítalas tú mismo, atentamente.

11. Luego ve a tus compatriotas en el exilio y, escuchen o no, diles: “Esto es lo que el SEÑOR Dios dice”».

12. Luego el Espíritu me alzó, y la magnífica presencia del SEÑOR comenzó a alejarse, acompañada por el sonido como de un gran terremoto al escucharse un grito que decía: «Que magnífica es la presencia del SEÑOR cuando está en su templo».

13. También el ruido de las alas de los seres vivos al tocarse entre sí era ensordecedor.

14. El Espíritu me alzó por los aires. Yo iba lleno de amargura e ira, pero la mano del SEÑOR me tenía agarrado con gran fuerza.

15. Llegamos a Tel Aviv, donde estaban los israelitas deportados, junto al río Quebar. Al llegar me senté entre ellos, abrumado y atónito, durante siete días.

16. Al final de los siete días, el SEÑOR me dijo:

17. «Hombre mortal, yo te he designado como un vigía sobre Israel; siempre que le envíe una advertencia a mi pueblo, transmítesela a ellos en seguida.

18. Si rehúsas advertir a los malos cuando yo quiero que les digas: “¡Están bajo sentencia de muerte, por lo tanto arrepiéntanse y salven sus vidas!”, ellos morirán en sus propias culpas, pero yo te culparé a ti por ello.

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