23. Pero cuando ustedes oyeron la voz que salía desde la oscuridad, y vieron el fuego terrible en la cumbre del monte, sus jefes vinieron a mí
24. y me rogaron: “Hoy nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza; hemos oído su voz desde el centro del fuego. Ahora sabemos que una persona puede oír a Dios y no morir;
25. pero si nos habla nuevamente, de seguro moriremos. ¡Ese fuego terrible nos va a destruir totalmente!
26. ¿Qué mortal puede oír, como hemos oído nosotros, la voz del Dios vivo, que habla desde el fuego, y vivir?
27. Vé tú y escucha todo lo que Dios dice, y luego ven y dínoslo y nosotros oiremos y obedeceremos”.
28. »El SEÑOR accedió a la petición y me dijo: “He oído lo que el pueblo te ha dicho y estoy de acuerdo.
29. Ojalá siempre estuviera dispuesto a obedecer mis mandamientos. Si así fuera, les iría bien en todo a ellos, a sus hijos y a las generaciones futuras.
30. Vé y diles que regresen a sus tiendas.
31. Luego regresa de nuevo a donde estoy. Te daré todos los mandamientos para que se los enseñes al pueblo con el fin de que los pongan en práctica en la tierra que les voy a dar”».
32. Entonces Moisés le dijo al pueblo: «Deben obedecer los mandamientos tal como el SEÑOR su Dios se los ha ordenado. Sigan sus instrucciones al pie de la letra,
33. y manténganse en el derrotero que Dios les trazó. Esa es la única forma en la que tendrán vida larga y próspera en la tierra que pronto entrarán a poseer.