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2 Reyes 6:4-18 Nueva Biblia al Día (NBD)

4. Cuando llegaron al río Jordán, comenzaron a cortar árboles,

5. pero a uno de ellos se le cayó el hacha al río.—¡Señor, era prestada! —gritó.

6. —¿Dónde cayó? —preguntó el profeta.El joven le mostró el lugar, y Eliseo cortó un palo, lo lanzó al agua e hizo que el hacha subiera a la superficie y flotara.

7. —Sácala —le dijo Eliseo.Entonces el profeta la sacó.

8. Una vez en que el rey de Siria estaba en guerra con Israel, les dijo a sus oficiales: «Movilizaremos nuestras tropas a tal lugar» (y dijo el nombre de un lugar).

9. Inmediatamente Eliseo advirtió al rey de Israel: «No vayan a tal lugar (y nombró el mismo lugar), porque los sirios están poniendo emboscadas contra ustedes allí».

10. El rey entonces envió a algunos espías para ver si Eliseo tenía razón. Se confirmó el hecho, y así se salvaron de un desastre. Esto ocurrió repetidas veces.

11. El rey de Siria, asombrado, convocó a sus oficiales y les preguntó:—¿Quién de ustedes es el traidor? ¿Quién ha estado revelándole mis planes al rey de Israel?

12. —Ninguno de nosotros —contestó uno de los oficiales—. Es el profeta Eliseo el que le dice al rey de Israel las mismas palabras que tú hablas en lo más privado de tu habitación.

13. —¡Vayan y averigüen dónde está! ¡Enviaré soldados para que lo tomen preso! —exclamó el rey.Pronto llegó el informe: «Eliseo está en Dotán».

14. Entonces, una noche, el rey de Siria envió un gran ejército con muchos carros y caballos que rodearon la ciudad.

15. Al día siguiente, cuando el criado del profeta se levantó temprano y salió al exterior, vio las tropas, los caballos y los carros por toda la ciudad.—¡Ay, señor mío! ¿Qué haremos ahora? —exclamó ante Eliseo.

16. —No tengas miedo —le dijo Eliseo—. Son más los que están con nosotros que los que están con ellos.

17. Entonces Eliseo oró: «SEÑOR, ábrele los ojos a mi criado para que vea». Y el SEÑOR le abrió los ojos al criado y éste vio que estaban rodeados de caballos y carros de fuego. ¡No estaban solos en la montaña!

18. Cuando los sirios comenzaron a acercarse, Eliseo oró: «SEÑOR, haz que queden ciegos». Y así fue.

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