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2 Reyes 4:9-30 Nueva Biblia al Día (NBD)

9. La mujer entonces le dijo a su marido: «Estoy segura de que este hombre que se detiene de vez en cuando aquí en nuestra casa es un profeta.

10. Hagamos una habitación en la terraza para que, cada vez que venga al pueblo, se quede ahí. Podemos poner una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así, cuando venga, tendrá un lugar donde quedarse».

11-12. Un día que Eliseo estaba descansando en la habitación, le dijo a su sirviente Guiezi:—Dile a la mujer que quiero hablar con ella.Cuando ella llegó,

13. él le dijo a Guiezi:—Dile que apreciamos la bondad que nos ha mostrado. Pregúntale qué podemos hacer por ella. ¿Querrá que diga una palabra en su favor al rey o al jefe del ejército?—No —respondió ella—, estoy perfectamente contenta.

14. —¿Qué podemos hacer por ella? —volvió a preguntarle Eliseo a Guiezi más tarde.Guiezi sugirió:—Ella no tiene hijos, y su marido es ya anciano.

15-16. —Dile que vuelva —le dijo Eliseo.Cuando ella regresó, él conversó con ella, mientras estaba parada en la puerta.—El próximo año por este tiempo, tendrás un hijo —le dijo Eliseo.—¡Varón de Dios! —exclamó ella—, no bromee de esa manera.

17. Pero era cierto. Pronto la mujer concibió y tuvo un niño, tal como Eliseo lo había profetizado.

18. El niño creció. Un día en que había salido a visitar a su padre, que estaba trabajando con los segadores,

19. se quejó de un fuerte dolor de cabeza y comenzó a gritar:—¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele mucho la cabeza!Entonces el padre le dijo a uno de sus criados:—Llévalo a la casa con su madre.

20. Él se lo llevó para la casa, y la madre lo tuvo en sus brazos; pero hacia el mediodía murió.

21. Ella lo acostó entonces en la cama del profeta, y cerró la puerta.

22. Luego envió un mensaje a su marido:—Envía a uno de los siervos con un burro para que me acompañe a ver al profeta.

23. —¿Por qué hoy? —le preguntó—. No es día de fiesta religiosa.Pero ella le dijo:—Es importante. Debo ir.

24. Enseguida, la mujer hizo ensillar el burro, y le dijo al criado:—¡Anda, vamos rápido! No te detengas en el camino, a menos que yo te lo ordene.

25. Cuando se acercaban al monte Carmelo, Eliseo la vio a la distancia, y le dijo a Guiezi:—Mira, allá viene la sunamita.

26. Corre a encontrarla y pregúntale qué le pasa. Pregúntale si está bien su marido, y si el niño está bien.—Sí —le dijo ella a Guiezi—. ¡Todo está bien!

27. Pero cuando llegó ante Eliseo, se arrojó al suelo delante de él y se abrazó a sus pies. Guiezi se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo:—Déjala. Es que tiene un gran pesar, y el SEÑOR no me ha revelado de qué se trata.

28. —Fue usted quien me dijo que tendría un hijo —le dijo por fin ella—, y yo le rogué que no se burlara de mí.

29. —¡Rápido, toma mi vara! —le dijo Eliseo a Guiezi—. ¡No hables con nadie a lo largo del camino! ¡Date prisa! Al llegar, pon la vara sobre el rostro del niño.

30. Pero la madre del niño dijo:—¡Le juro que si no me acompaña, no me iré de aquí! De eso puede estar tan seguro como que el SEÑOR y usted viven.Entonces Eliseo fue con ella.

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