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1 Reyes 15:18-30 Nueva Biblia al Día (NBD)

18. Entonces Asá tomó todo el oro y la plata que había en la tesorería del templo del SEÑOR y en los tesoros de la casa del rey, y se lo dio a sus siervos para que lo llevaran a Damasco, al rey Ben Adad. Este era hijo de Tabrimón y nieto de Hezión. Junto con este presente, Asá le envió el siguiente mensaje a Ben Adad:

19. «Hagamos alianza de la manera que nuestros padres la hicieron. Te envío un presente de oro y plata. Rompe ahora tu alianza con el rey Basá, de Israel, para que se marche y me deje tranquilo».

20. Ben Adad estuvo de acuerdo, y envió sus jefes contra algunas de las ciudades de Israel, y conquistó a Iyón, Dan, Abel Betmacá, todo Quinéret, y la región de Neftalí.

21. Cuando Basá supo del ataque, dejó de edificar la ciudad de Ramá y se volvió a Tirsá.

22. Entonces el rey Asá convocó a todos los de Judá, y pidió que todo hombre capacitado ayudara a demoler Ramá y a acarrear sus piedras y la madera. El rey Asá usó estos materiales para edificar la ciudad de Gueba de Benjamín y la ciudad de Mizpa.

23. El resto de la biografía de Asá, sus conquistas y hechos y los nombres de las ciudades que edificó se encuentra en los Anales de los Reyes de Judá. En su ancianidad se enfermó de los pies,

24. y cuando murió fue sepultado en el cementerio real de la Ciudad de David. El nuevo rey de Judá fue su hijo Josafat.

25. Mientras tanto, en Israel, Nadab, el hijo de Jeroboán, era el nuevo rey. Reinó dos años, comenzando en el segundo año del reinado de Asá, de Judá.

26. Pero no fue un buen rey. Al igual que su padre, adoró muchos ídolos y condujo a Israel al pecado.

27. Entonces Basá (el hijo de Ahías, de la tribu de Isacar) levantó una sedición en su contra y lo asesinó, mientras estaba con Israel sitiando la ciudad filistea de Guibetón.

28. Esto ocurrió cuando Asá, rey de Judá, llevaba tres años reinando sobre Judá. Fue así como Basá, después de matar a Nadad, lo sucedió en el trono.

29. Inmediatamente mató a todos los descendientes del rey Jeroboán, de manera de que nadie quedó de la familia real, tal como el SEÑOR lo había anunciado por medio del profeta Ahías, de Siló.

30. Esto ocurrió porque Jeroboán había hecho enojar al SEÑOR, Dios de Israel, pecando y conduciendo al resto de Israel al pecado.

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