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Romanos 10:6-17 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

6. En cambio, de la fuerza salvadora de la fe dice así: No te inquietes preguntando: «¿Quién podrá subir al cielo?» —se sobrentiende que para hacer que Cristo baje—.

7. Ni tampoco: «¿Quién bajará al abismo?» —se sobrentiende que para hacer surgir a Cristo de la muerte—.

8. Lo que dice la Escritura es esto: La palabra está muy cerca de ti. Está en tus labios y en tu propio corazón. Y se trata de la palabra de fe que nosotros proclamamos.

9. Si, pues, tus labios confiesan que Jesús es el Señor y crees en tu interior que Dios lo hizo resucitar triunfante de la muerte, serás salvado.

10. Porque se necesita la fe interior del corazón para que Dios restablezca en su amistad, y la pública confesión de esa fe para obtener la salvación.

11. Pues dice la Escritura: Nadie que ponga en él su confianza quedará defraudado.

12. Y no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, y su generosidad se desborda con todos los que lo invocan.

13. Por tanto, todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

14. Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él si no han oído su mensaje? ¿Y cómo van a oír su mensaje si nadie lo proclama?

15. ¿Y cómo lo van proclamar si no son enviados? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian buenas noticias!

16. Pero no todos han aceptado la buena noticia. Lo dice Isaías: Señor, ¿quién ha creído nuestra proclamación?

17. En todo caso, la fe surge de la proclamación, y la proclamación se realiza mediante la palabra de Cristo.

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