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Mateo 26:53-70 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

53. ¿Acaso piensas que no puedo pedir ayuda a mi Padre, y que él me enviaría ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

54. Pero en ese caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras según las cuales las cosas tienen que suceder así?

55. Entonces dijo Jesús a aquel tropel de gente:—¿Por qué han venido a arrestarme con espadas y garrotes, como si yo fuera un ladrón? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me han arrestado.

56. Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que escribieron los profetas.Y en aquel momento, todos los discípulos de Jesús lo abandonaron y huyeron.

57. Los que habían apresado a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se hallaban reunidos los maestros de la ley y los ancianos.

58. Pedro, que lo había seguido de lejos hasta la mansión del sumo sacerdote, entró también y se sentó junto a los criados para ver en qué terminaba todo aquello.

59. Los jefes de los sacerdotes y el pleno del Consejo Supremo andaban buscando un testimonio falso contra Jesús para condenarlo a muerte.

60. Pero no lo encontraban, a pesar de los muchos testigos falsos que comparecían ante ellos. Finalmente comparecieron dos,

61. que dijeron:—Este ha afirmado: «Yo puedo derribar el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días».

62. Levantándose entonces el sumo sacerdote, dijo a Jesús:—¿No tienes nada que alegar a lo que estos testifican contra ti?

63. Pero Jesús permaneció en silencio. Entonces el sumo sacerdote le conminó:—¡En nombre del Dios vivo, te exijo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!

64. Jesús le respondió:—Tú lo has dicho*. Y añadiré que más adelante verán al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.

65. Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y exclamó:—¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testimonios? ¡Ya han oído su blasfemia!

66. ¿Qué les parece?Ellos contestaron:—¡Que merece la muerte!

67. Y se pusieron a escupirlo en la cara y a darle puñetazos mientras otros lo abofeteaban

68. diciendo:—¡Adivina, Mesías, quién te ha pegado!

69. Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el patio. Se le acercó una criada, y le dijo:—Tú eres uno de los que acompañaban a Jesús, el galileo.

70. Pedro lo negó delante de todos, diciendo:—¡No sé de qué hablas!

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