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Mateo 17:4-20 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

4. Pedro dijo a Jesús:—¡Señor, qué bien estamos aquí! Si quieres, haré aquí tres cabañas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

5. Aún estaba hablando Pedro, cuando quedaron envueltos en una nube luminosa de donde procedía una voz que decía:—Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escúchenlo.

6. Al oír esto, los discípulos se postraron rostro en tierra, sobrecogidos de miedo.

7. Pero Jesús, acercándose a ellos, los tocó y les dijo:—Levántense, no tengan miedo.

8. Ellos alzaron los ojos, y ya no vieron a nadie más que a Jesús.

9. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó:—No cuenten esta visión a nadie hasta que el Hijo del hombre haya resucitado.

10. Los discípulos le preguntaron:—¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?

11. Jesús les contestó:—Es cierto que Elías ha de venir y ha de ponerlo todo en orden.

12. Pero yo les aseguro que Elías ya vino, aunque ellos no lo reconocieron, sino que lo maltrataron a su antojo. Y el Hijo del hombre va a sufrir de la misma manera a manos de ellos.

13. Entonces los discípulos cayeron en la cuenta de que Jesús estaba refiriéndose a Juan el Bautista.

14. Cuando volvieron a donde estaba la gente, un hombre se acercó a Jesús y, puesto de rodillas delante de él,

15. le dijo:—Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques que le hacen sufrir lo indecible y muchas veces se arroja al fuego o al agua.

16. Lo he traído a tus discípulos, pero no han podido sanarlo.

17. Jesús exclamó:—¡Gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo habré de estar entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme aquí al muchacho.

18. Enseguida dio una orden, salió del muchacho el demonio y en aquel mismo instante quedó curado.

19. Más tarde se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron aparte:—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese demonio?

20. Jesús les contestó:—Porque ustedes no tuvieron fe. Les aseguro que si tuvieran fe, aunque solo fuera como un grano de mostaza, le dirían a este monte: «¡Quítate de ahí y ponte allí!», y el monte cambiaría de lugar. Nada les resultaría imposible.

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