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Marcos 12:5-22 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

5. Luego mandó a otro, y a este lo asesinaron. Y lo mismo hicieron con otros muchos; a unos los hirieron y a otros los mataron.

6. Cuando al amo ya únicamente le quedaba su hijo querido, lo envió por último a los viñadores pensando: «A mi hijo lo respetarán».

7. Pero aquellos labradores se dijeron unos a otros: «Este es el heredero. Matémoslo, y la herencia será nuestra».

8. Y, echándole mano, lo asesinaron y lo arrojaron fuera de la viña.

9. ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? Llegará, hará perecer a esos labradores y dará la viña a otros.

10. ¿No han leído ustedes este pasaje de las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, se ha convertido en la piedra principal.

11. Esto lo ha hecho el Señor, y nos resulta verdaderamente maravilloso?

12. Sus adversarios comprendieron que Jesús se había referido a ellos con esta parábola. Por eso trataban de apresarlo, aunque finalmente desistieron y se marcharon, porque temían a la gente.

13. Los fariseos y los del partido de Herodes enviaron algunos de los suyos con el encargo de sorprender a Jesús en alguna palabra comprometedora.

14. Vinieron, pues, y le preguntaron:—Maestro, sabemos que tú eres sincero y que no te preocupa el qué dirán, pues no juzgas a la gente por las apariencias, sino que enseñas con toda verdad a vivir como Dios quiere*; así pues, ¿estamos o no estamos obligados a pagar el tributo al emperador romano? ¿Tenemos o no tenemos que dárselo?

15. Jesús, conociendo la hipocresía que había en ellos, les contestó:—¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme un denario para que yo lo vea.

16. Ellos se lo presentaron y Jesús les preguntó:—¿De quién es esta efigie y esta inscripción?Le contestaron:—Del emperador.

17. Entonces Jesús les dijo:—Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.Con esta respuesta quedaron estupefactos.

18. Después de esto vinieron unos saduceos que, como dicen que no hay resurrección, hicieron a Jesús esta pregunta:

19. —Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de uno muere y deja esposa, pero no hijos, el hermano mayor superviviente deberá casarse con la viuda para dar descendencia al hermano difunto.

20. Pues bien, hubo una vez siete hermanos; el primero de ellos se casó, pero murió sin haber tenido descendencia.

21. Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero él también murió sin dejar descendencia. Lo mismo pasó con el tercero,

22. y con los siete: ninguno tuvo descendencia de aquella mujer, que fue la última de todos en morir.

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