13. Los fariseos y los del partido de Herodes enviaron algunos de los suyos con el encargo de sorprender a Jesús en alguna palabra comprometedora.
14. Vinieron, pues, y le preguntaron:—Maestro, sabemos que tú eres sincero y que no te preocupa el qué dirán, pues no juzgas a la gente por las apariencias, sino que enseñas con toda verdad a vivir como Dios quiere*; así pues, ¿estamos o no estamos obligados a pagar el tributo al emperador romano? ¿Tenemos o no tenemos que dárselo?
15. Jesús, conociendo la hipocresía que había en ellos, les contestó:—¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme un denario para que yo lo vea.
16. Ellos se lo presentaron y Jesús les preguntó:—¿De quién es esta efigie y esta inscripción?Le contestaron:—Del emperador.