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Lucas 8:30-48 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

30. Jesús le preguntó:—¿Cómo te llamas?Él le contestó:—Me llamo «Legión».Porque eran muchos los demonios que habían entrado en él.

31. Y rogaban a Jesús que no los mandara volver al abismo.

32. Había allí una considerable piara de cerdos paciendo por el monte; los demonios rogaron a Jesús que les permitiera entrar en los cerdos; y Jesús se lo permitió.

33. Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos. Al instante, la piara se lanzó pendiente abajo hasta el lago, donde los cerdos se ahogaron.

34. Cuando los porquerizos vieron lo sucedido, salieron huyendo y lo contaron en la ciudad y en sus alrededores.

35. La gente fue allá a ver lo que había pasado y, cuando llegaron adonde se encontraba Jesús, hallaron sentado a sus pies al hombre del que había expulsado los demonios, que ahora estaba vestido y en su cabal juicio. Todos se llenaron de miedo.

36. Los testigos del hecho les contaron cómo había sido salvado el poseído por el demonio.

37. Y toda la gente que habitaba en la región de Gerasa rogaba a Jesús que se apartara de ellos, porque el pánico los dominaba.Jesús, entonces, subió de nuevo a la barca y emprendió el regreso.

38. El hombre del que había expulsado los demonios le rogaba que le permitiera acompañarlo; pero Jesús lo despidió, diciéndole:

39. —Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo.El hombre se marchó y fue proclamando por toda la ciudad lo que Jesús había hecho con él.

40. Cuando Jesús regresó, la gente lo recibió con alegría, pues todo el mundo estaba esperándolo.

41. En esto llegó un hombre llamado Jairo, jefe de la sinagoga, el cual se postró a los pies de Jesús rogándole que fuera a su casa

42. porque su única hija, de unos doce años de edad, estaba muriéndose. Mientras Jesús se dirigía allá, la gente se apiñaba a su alrededor.

43. Entonces, una mujer que padecía hemorragias* desde hacía doce años y que había gastado toda su fortuna en médicos, sin lograr que ninguno la curase,

44. se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde del manto. En aquel mismo instante se detuvo su hemorragia.

45. Jesús preguntó:—¿Quién me ha tocado?Todos negaban haberlo hecho, y Pedro le dijo:—Maestro, es la gente que te rodea y casi te aplasta.

46. Pero Jesús insistió:—Alguien me ha tocado, porque he sentido que un poder [curativo] salía de mí.

47. Al ver la mujer que no podía ocultarse, fue temblando a arrodillarse a los pies de Jesús y, en presencia de todos, declaró por qué lo había tocado y cómo había quedado curada instantáneamente.

48. Jesús le dijo:—Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz.

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