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Juan 7:36-50 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

36. ¿Qué habrá querido decir con esas palabras: «Me buscarán, pero no me encontrarán, porque no podrán ir a donde yo he de estar»?

37. El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, puesto en pie, proclamó en alta voz:—Si alguien tiene sed, que venga a mí y que beba

38. el que cree en mí. La Escritura dice que de sus entrañas brotarán ríos de agua viva.

39. Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. El Espíritu, en efecto, no se había hecho presente todavía, porque Jesús aún no había sido glorificado.

40. Algunos de los que estaban escuchando estas palabras afirmaban:—Seguro que este es el profeta esperado.

41. Otros decían:—Este es el Mesías.Otros, por el contrario, replicaban:—¿Pero es que el Mesías puede venir de Galilea?

42. ¿No afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la familia de David y de Belén, el pueblo de David?

43. Así que la gente andaba dividida por causa de Jesús.

44. Algunos querían prenderlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima.

45. Y como los guardias del Templo se volvieron sin él, los jefes de los sacerdotes y los fariseos les preguntaron:—¿Por qué no lo han traído?

46. Los guardias contestaron:—Nadie ha hablado jamás como este hombre.

47. Los fariseos replicaron:—¿También ustedes se han dejado seducir?

48. ¿Acaso alguno de nuestros jefes o de los fariseos ha creído en él?

49. Lo que ocurre es que todos estos que no conocen la ley son unos malditos.

50. Pero uno de ellos, Nicodemo, que con anterioridad había acudido a Jesús, intervino y dijo:

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