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Juan 7:15-30 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

15. Los judíos, sorprendidos, se preguntaban:—¿Cómo es posible que este hombre sepa tantas cosas sin haber estudiado?

16. Jesús les contestó:—La doctrina que yo enseño no es mía; es de aquel que me ha enviado.

17. El que está dispuesto a hacer la voluntad del que me ha enviado, podrá comprobar si lo que yo enseño es cosa de Dios o si hablo por cuenta propia.

18. El que habla por su cuenta, lo que va buscando es su propio honor. En cambio, quien solamente busca el honor de aquel que lo envió, es un hombre sincero y no hay falsedad en él.

19. ¿No fue Moisés quien les dio la ley? Sin embargo, ninguno de ustedes la cumple. ¿Por qué quieren matarme?

20. La gente le contestó:—¡Tú tienes un demonio dentro! ¿Quién intenta matarte?

21. Jesús replicó:—He realizado una obra y todos se han quedado sorprendidos.

22. Pues bien, Moisés les impuso a ustedes el rito de la circuncisión (aunque en realidad no proviene de Moisés, sino de los patriarcas) y, para cumplirlo, ustedes circuncidan aunque sea en sábado.

23. Si, pues, circuncidan incluso en sábado para no quebrantar una ley impuesta por Moisés, ¿por qué se indignan tanto contra mí que he curado por completo a una persona en sábado?

24. No deben juzgar según las apariencias; deben juzgar con rectitud.

25. Así que algunos habitantes de Jerusalén comentaban:—¿No es este al que desean matar?

26. Resulta que está hablando en público y nadie le dice ni una palabra. ¿Será que nuestros jefes han reconocido que verdaderamente se trata del Mesías?

27. Pero cuando aparezca el Mesías, nadie sabrá de dónde viene; en cambio, sí sabemos de dónde viene este.

28. A lo que Jesús, que estaba enseñando en el Templo, replicó:—¿De manera que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no he venido por mi propia cuenta, sino que he sido enviado por aquel que es veraz y a quien ustedes no conocen.

29. Yo sí lo conozco, porque de él vengo y es él quien me ha enviado.

30. Intentaron entonces prenderlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima, porque todavía no había llegado su hora.

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