52. Esto suscitó una fuerte discusión entre los judíos, que se preguntaban:—¿Cómo puede este darnos a comer su carne?
53. Jesús les dijo:—Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes.
54. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.