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Juan 5:6-23 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

6. Jesús, al verlo allí tendido y sabiendo que llevaba tanto tiempo, le preguntó:—¿Quieres curarte?

7. El enfermo le contestó:—Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque una vez que el agua ha sido agitada. Cuando llego, ya otro se me ha adelantado.

8. Entonces Jesús le ordenó:—Levántate, recoge tu camilla y vete.

9. En aquel mismo instante, el enfermo quedó curado, recogió su camilla y comenzó a andar. Pero aquel día era sábado.

10. Así que los judíos dijeron al que había sido curado:—Hoy es sábado y está prohibido que cargues con tu camilla.

11. Él respondió:—El que me curó me dijo que recogiera mi camilla y me fuera.

12. Ellos le preguntaron:—¿Quién es ese hombre que te dijo que recogieras tu camilla y te fueras?

13. Pero el que había sido curado no lo sabía, pues Jesús había desaparecido entre la muchedumbre allí reunida.

14. Poco después, Jesús se encontró con él en el Templo y le dijo:—Ya ves que has sido curado; no vuelvas a pecar para que no te suceda algo peor.

15. Se marchó aquel hombre e hizo saber a los judíos que era Jesús quien lo había curado.

16. Y como Jesús no se privaba de hacer tales cosas en sábado, los judíos no dejaban de perseguirlo.

17. Pero él les replicaba diciendo:—Mi Padre no cesa nunca de trabajar, y lo mismo hago yo.

18. Esta afirmación provocó en los judíos un mayor deseo de matarlo, porque no solo no respetaba el sábado, sino que además decía que Dios era su propio Padre, haciéndose así igual a Dios.

19. Jesús, entonces, se dirigió a ellos diciendo:—Yo les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta; él hace únicamente lo que ve hacer al Padre. Lo que hace el Padre, eso hace también el Hijo.

20. Pues el Padre ama al Hijo y le hace partícipe de todas sus obras. Y le hará partícipe de cosas mayores todavía, de modo que ustedes mismos quedarán maravillados.

21. Porque así como el Padre resucita a los muertos, dándoles vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

22. El Padre no juzga a nadie; todo el poder de juzgar se lo ha dado al Hijo.

23. Y quiere que todos den al Hijo el mismo honor que dan al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo ha enviado.

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