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Juan 11:43-57 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

43. Dicho esto, exclamó con voz potente:—¡Lázaro, sal afuera!

44. Y salió el muerto con las manos y los pies ligados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:—Quítenle las vendas y déjenlo andar.

45. Al ver lo que había hecho Jesús, muchos de los judíos que habían ido a visitar a María creyeron en él.

46. Otros, sin embargo, fueron a contar a los fariseos lo que Jesús acababa de hacer.

47. Entonces, los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión urgente del Consejo Supremo donde acordaron:—Es necesario tomar alguna medida ya que este hombre está haciendo muchas cosas sorprendentes.

48. Si dejamos que continúe así, todo el mundo va a creer en él, con lo que las autoridades romanas tendrán que intervenir y destruirán nuestro Templo y nuestra nación.

49. Uno de ellos llamado Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año, se explicó así:—Si ustedes fueran perspicaces,

50. se darían cuenta de que es preferible que muera un solo hombre por el pueblo a que toda la nación sea destruida.

51. En realidad, Caifás no hizo esta propuesta por su propia cuenta, sino que, por ocupar el cargo de sumo sacerdote aquel año, anunció en nombre de Dios que Jesús iba a morir por la nación.

52. Y no solamente por la nación judía, sino para conseguir la unión de todos los hijos de Dios que se hallaban dispersos.

53. A partir de aquel momento, tomaron el acuerdo de dar muerte a Jesús.

54. Por este motivo, Jesús dejó de andar públicamente entre los judíos. Abandonó la región de Judea y se encaminó a un pueblo llamado Efraín, cercano al desierto. Allí se quedó con sus discípulos durante algún tiempo.

55. Estaba próxima la fiesta judía de la Pascua. Ya antes de la fiesta era mucha la gente que subía a Jerusalén desde las distintas regiones del país para cumplir los ritos de la purificación.

56. Como buscaban a Jesús, se preguntaban unos a otros al encontrarse en el Templo:—¿Qué les parece? ¿Vendrá o no vendrá a la fiesta?

57. Los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes terminantes de que, si alguien sabía dónde se encontraba Jesús, les informara para apresarlo.

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