Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Hebreos 10:9-21 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

9. Y a continuación añade: Aquí vengo yo para hacer tu voluntad, con lo que deroga la primera disposición y confiere validez a la segunda.

10. Y al haber cumplido Jesucristo la voluntad de Dios, ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.

11. Cualquier otro sacerdote desempeña cada día su ministerio ofreciendo una y otra vez los mismos sacrificios que son incapaces de borrar definitivamente los pecados.

12. Cristo, en cambio, después de ofrecer de una vez para siempre* un solo sacrificio por el pecado, está sentado junto a Dios.

13. Espera únicamente que Dios ponga a sus enemigos por estrado de sus pies.

14. Y así, ofreciéndose en sacrificio una única vez, ha hecho perfectos de una vez para siempre a cuantos han sido consagrados a Dios.

15. El mismo Espíritu Santo lo atestigua cuando, después de haber dicho:

16. Esta es la alianza que sellaré con ellos cuando llegue aquel tiempo —dice el Señor—: inculcaré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente.

17. Y añade: No me acordaré más de sus pecados, ni tampoco de sus iniquidades.

18. Ahora bien, donde el perdón de los pecados es un hecho, ya no hay necesidad de ofrendas por el pecado.

19. Así pues, hermanos, la muerte* de Jesús nos ha dejado vía libre hacia el santuario,

20. abriéndonos un camino nuevo y viviente a través del velo, es decir, de su propia humanidad.

21. Jesús es, además, el gran sacerdote puesto al frente del pueblo de Dios.

Leer capítulo completo Hebreos 10