Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Hebreos 10:10-29 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

10. Y al haber cumplido Jesucristo la voluntad de Dios, ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.

11. Cualquier otro sacerdote desempeña cada día su ministerio ofreciendo una y otra vez los mismos sacrificios que son incapaces de borrar definitivamente los pecados.

12. Cristo, en cambio, después de ofrecer de una vez para siempre* un solo sacrificio por el pecado, está sentado junto a Dios.

13. Espera únicamente que Dios ponga a sus enemigos por estrado de sus pies.

14. Y así, ofreciéndose en sacrificio una única vez, ha hecho perfectos de una vez para siempre a cuantos han sido consagrados a Dios.

15. El mismo Espíritu Santo lo atestigua cuando, después de haber dicho:

16. Esta es la alianza que sellaré con ellos cuando llegue aquel tiempo —dice el Señor—: inculcaré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente.

17. Y añade: No me acordaré más de sus pecados, ni tampoco de sus iniquidades.

18. Ahora bien, donde el perdón de los pecados es un hecho, ya no hay necesidad de ofrendas por el pecado.

19. Así pues, hermanos, la muerte* de Jesús nos ha dejado vía libre hacia el santuario,

20. abriéndonos un camino nuevo y viviente a través del velo, es decir, de su propia humanidad.

21. Jesús es, además, el gran sacerdote puesto al frente del pueblo de Dios.

22. Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe*, con una conciencia purificada de toda maldad, con el cuerpo bañado en agua pura.

23. Mantengamos fielmente la esperanza que profesamos porque quien ha hecho la promesa es fiel,

24. y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de las buenas obras.

25. Que nadie deje de asistir a las reuniones de su iglesia, como algunos tienen por costumbre; al contrario, anímense unos a otros, tanto más cuanto ustedes están viendo que se está acercando el día.

26. Porque si después de haber conocido la verdad continuamos pecando intencionadamente, ¿qué otro sacrificio podrá perdonar los pecados?

27. Solo queda la temible espera del juicio y del fuego ardiente que está presto a devorar a los rebeldes.

28. Si uno quebranta la ley de Moisés y dos o tres testigos lo confirman, es condenado a muerte sin compasión.

29. Pues ¡qué decir de quien haya pisoteado al Hijo de Dios, haya profanado la sangre de la alianza con que fue consagrado y haya ultrajado al Espíritu que es fuente de gracia! ¿No merece un castigo mucho más severo?

Leer capítulo completo Hebreos 10