Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Gálatas 3:17-26 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

17. Y digo yo: un pacto debidamente confirmado por Dios no lo puede invalidar una ley dada cuatrocientos treinta años más tarde, cancelando de ese modo lo que Dios había prometido.

18. Si la herencia dependiera del cumplimiento de la ley, ya no dependería de la promesa. Sin embargo, Dios otorgó su favor a Abrahán en forma de promesa.

19. Así las cosas, ¿qué sentido tiene la ley de Moisés? Se añadió con el fin de señalar lo que era pecado hasta el momento en que llegara Cristo, el descendiente prometido. La ley fue promulgada por medio de ángeles y Moisés actuó de intermediario;

20. pero el intermediario está de más cuando solo entra en juego una persona, y Dios es uno solo.

21. Ley de Moisés y promesas divinas, ¿son, entonces, algo opuesto? ¡De ningún modo! Si se hubiese promulgado una ley capaz de dar vida, sí bastaría con cumplir esa ley para ser restablecidos en la amistad divina.

22. Pero la Escritura presenta al mundo entero dominado por el pecado, precisamente para que se conceda a los creyentes la promesa que Dios les hizo por medio de la fe en Jesucristo.

23. Antes de llegar a la fe éramos prisioneros de la ley, esperando encarcelados que se revelara la fe.

24. Así fue como la ley nos condujo hasta Cristo para que recibiéramos la salvación por medio de la fe.

25. Pero ahora, una vez que la fe ha llegado, ya no estamos bajo el dominio de ningún acompañante.

26. En efecto, todos ustedes, los que creen en Cristo Jesús, son hijos de Dios,

Leer capítulo completo Gálatas 3