18. Pero ¡qué importa! Con segundas intenciones o sin ellas, Cristo es anunciado, y eso es lo que me hace y seguirá haciéndome feliz.
19. Sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, todo contribuirá a mi liberación.
20. Así lo espero ardientemente, con la certeza de que no voy a quedar en modo alguno defraudado y con la absoluta seguridad de que ahora y siempre Cristo manifestará su gloria en mi persona, tanto si estoy vivo como si estoy muerto.
21. Porque Cristo es la razón de mi vida, y la muerte, por tanto, me resulta una ganancia.
22. Pero si vivir en este mundo me ofrece la ocasión de una tarea fructífera, no sabría qué elegir.
23. Ambas cosas me presionan: por un lado, quiero morir y estar con Cristo, que es, con mucho, lo mejor;
24. por otro lado, ustedes necesitan que siga en este mundo.
25. Convencido de esto último, presiento que seguiré viviendo con todos ustedes para provecho y alegría de la fe.
26. Así, cuando vuelva a verlos, tendrán nuevos motivos, gracias a mí, para estar orgullosos de ser cristianos.
27. Solo les pido que su conducta sea digna del mensaje evangélico de Cristo para que, tanto si voy a visitarlos y yo mismo lo veo, como si estoy ausente y llega a mis oídos lo que se dice de ustedes, compruebe que permanecen unidos, luchando todos a una por mantenerse fieles al mensaje evangélico.
28. No se dejen, pues, intimidar por los enemigos; Dios ha dispuesto que lo que para ellos es señal de perdición, sea para ustedes señal de salvación.
29. Y es que a ustedes se les ha concedido el privilegio no solo de creer en Cristo, sino también de padecer por él,