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Apocalipsis 21:1-15 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

1. Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Nada quedaba del primer cielo ni de la primera tierra; nada del antiguo mar.

2. Vi también bajar del cielo la ciudad santa, la nueva Jerusalén. Venía de Dios, ataviada como una novia que se engalana para su esposo.

3. Y oí una voz poderosa que decía desde el trono:—Esta es la morada* que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios.

4. Enjugará las lágrimas de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo ha desaparecido.

5. El que estaba sentado en el trono anunció:—Voy a hacer nuevas todas las cosas.Y añadió:—Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!

6. Finalmente, me dijo:—¡Ya está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al sediento le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida.

7. Al vencedor le reservo esta herencia: yo seré su Dios y él será mi hijo.

8. Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros, los idólatras y todos los embaucadores están destinados al lago ardiente de fuego y azufre, es decir, a la segunda muerte.

9. Uno de los siete ángeles que llevaban las siete copas con las siete últimas calamidades, se acercó a mí y me dijo:—¡Ven! Quiero mostrarte la novia, la esposa del Cordero.

10. Me llevó, pues, en visión a una montaña altísima. Allí me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo enviada por Dios,

11. resplandeciente de gloria divina. Su brillo era como el de una piedra preciosa deslumbrante, como el del jaspe cristalino.

12. Su muralla era alta y maciza, y doce ángeles custodiaban sus doce puertas, en las que estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel.

13. Tres puertas daban al oriente y tres al norte; tres al sur y tres al occidente.

14. La muralla se asienta sobre doce pilares, que tienen grabados los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

15. El ángel que hablaba conmigo tenía una vara de oro para medir la ciudad, sus puertas y sus murallas.

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