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Apocalipsis 14:7-20 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

7. Decía con voz poderosa:—Teman a Dios y denle gloria, porque ha sonado la hora del juicio. Adoren al creador del cielo y de la tierra, del mar y de los manantiales de agua.

8. Un segundo ángel lo seguía, proclamando:—¡Por fin cayó la orgullosa Babilonia*, la que emborrachó al mundo entero con el vino de su desenfrenada lujuria!

9. Y un tercer ángel seguía a los dos anteriores, clamando con voz poderosa:—¡Adoren, si ustedes lo quieren, a la bestia y a su imagen! ¡Déjense tatuar su marca, si les place, en la frente o en la mano!

10. Pero entonces, dispónganse a beber el vino de la ira de Dios que ha sido vertido sin mezcla alguna en la copa de su furor, dispónganse a ser torturados con fuego y azufre en presencia de los santos ángeles y del Cordero.

11. El tormento será eterno y no habrá descanso ni de día ni de noche para quienes adoren a la bestia y a su imagen, para quienes se hayan dejado tatuar su nombre.

12. ¡Ha sonado la hora de poner a prueba la firmeza de los consagrados a Dios, de los que cumplen los mandamientos de Dios y son fieles a Jesús!

13. Y oí una voz que decía desde el cielo:—Escribe esto: «Dichosos desde ahora los muertos que mueren en el Señor. El Espíritu mismo les asegura el descanso de sus fatigas, por cuanto sus buenas obras los acompañan».

14. Volví a mirar, y vi una nube blanca. Sentado sobre ella había un ser de aspecto humano que llevaba una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano.

15. Salió del Templo otro ángel y gritó con voz poderosa al que estaba sentado en la nube:—Empuña tu hoz y comienza a segar. Es el tiempo de la siega, pues ya está la mies en sazón.

16. Acercó su hoz a la tierra el que estaba sentado sobre la nube y segó la mies de la tierra.

17. A continuación salió del Templo celestial otro ángel, que también llevaba una hoz afilada.

18. Y todavía surgió del altar un ángel más —el que tiene poder sobre el fuego— y ordenó con fuerte voz al de la hoz afilada:—Empuña tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues ya están las uvas en sazón.

19. Acercó el ángel su hoz a la tierra, vendimió la viña de la tierra y arrojó la vendimia al gran lagar de la ira de Dios.

20. En las afueras de la ciudad fue pisado el lagar y salió de él tanta sangre, que inundó la tierra hasta alcanzar la altura de las bridas de un caballo en un radio de trescientos kilómetros.

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