1. Decidí, pues, no causarles de nuevo tristeza con mi visita.
2. Porque si yo los entristezco, ¿quién podrá alegrarme a mí? ¡Tendría que ser el mismo a quien yo causé tristeza!
3. Por eso precisamente les escribí como lo hice; para que cuando vaya a visitarlos, no me causen tristeza los que deben ser fuente de gozo para mí. Tanto más cuanto que estoy convencido, en lo que a ustedes respecta, que mi alegría es también la de ustedes.
4. Les escribí, en efecto, bajo el peso de una inmensa congoja, con el corazón lleno de angustia y anegado en lágrimas. Pero no era mi intención entristecerlos; solo quería hacerles caer en la cuenta de que mi amor por ustedes no tiene límites.