21. Dios es, por lo demás, quien nos mantiene, tanto a mí como a ustedes, firmemente unidos a Cristo. Dios nos consagró,
22. nos marcó con su sello e hizo habitar en nosotros al Espíritu como prenda de salvación.
23. En cuanto a mí, pongo a Dios por testigo —y que me muera si miento— de que, si todavía no he ido a Corinto, ha sido en atención a ustedes.
24. Y no es que pretendamos controlar la fe que ustedes tienen y en la que se mantienen firmes; lo que deseamos es contribuir a que estén ustedes alegres.