4. En efecto, cuando uno dice: «Yo pertenezco a Pablo», y otro: «Yo a Apolo», ¿no están demostrando que son todavía demasiado humanos?
5. Pues, ¿qué son Apolo y Pablo? Simples servidores que los condujeron a la fe, valiéndose cada cual del don que Dios le concedió.
6. Yo planté y Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer.
7. Así que ni el que planta ni el que riega cuentan para nada; Dios, que hace crecer, es el que cuenta.
8. Y entre el oficio de plantar o el de regar no hay diferencia, si bien cada uno recibirá el salario en proporción a su trabajo.
9. Nosotros somos colaboradores de Dios; ustedes son el campo que Dios cultiva, la casa que Dios edifica.
10. Yo, respondiendo al don que Dios me ha concedido, he puesto los cimientos como buen arquitecto; otro es el que levanta el edificio. Mire, sin embargo, cada uno cómo lo hace.
11. Desde luego, el único cimiento válido es Jesucristo, y nadie puede poner otro distinto.
12. Pero sobre ese cimiento puede construirse con oro, plata y piedras preciosas, o bien con madera, paja y cañas.
13. El día del Señor pondrá de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya hecho.
14. Aquel cuyo edificio, levantado sobre el cimiento, se mantenga firme, será premiado;
15. aquel cuyo edificio no resista al fuego, será castigado. A pesar de lo cual, él se salvará, si bien como el que a duras penas escapa de un incendio.