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1 Corintios 14:9-22 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

9. Pues lo mismo ustedes: si se expresan en un lenguaje misterioso en lugar de usar palabras inteligibles, ¿quién entendería lo que dicen? ¡Estarán hablando a las paredes!

10. En el mundo hay infinidad de idiomas, y cada uno tiene su forma particular.

11. Pero si desconozco la forma de un idioma, seré un extranjero para quien quiera hablar conmigo, y él lo será para mí.

12. Pues lo mismo ustedes: ya que tanto ambicionan los dones del Espíritu, procuren, al menos, poseer en abundancia los que contribuyan al provecho espiritual de la Iglesia.

13. Concluyendo: el que posea el don de hablar en un lenguaje misterioso, pídale a Dios el don de interpretarlo.

14. Porque si estoy orando en ese lenguaje misterioso, mi espíritu ora ciertamente, pero mi mente no recibe fruto alguno.

15. ¿Qué hacer entonces? Trataré de orar impulsado por el Espíritu, pero intentando comprender lo que digo; trataré de cantar impulsado por el Espíritu, pero intentando entender lo que canto.

16. Supongamos que, impulsado por el Espíritu, prorrumpes en una alabanza a Dios; ¿cómo podrá responder «Amén» a tu acción de gracias el simple fiel, si no sabe lo que has dicho?

17. Habrás pronunciado una magnífica acción de gracias, inútil, sin embargo, para el provecho espiritual del que te escucha.

18. Yo, por mi parte, le agradezco a Dios el poder hablar ese lenguaje misterioso mejor que cualquiera de ustedes.

19. Con todo, cuando nos reunimos en asamblea, prefiero decir cinco palabras inteligibles e instructivas, a pronunciar diez mil en un lenguaje ininteligible.

20. Hermanos, no se comporten como niños al razonar. Tengan, sí, la inocencia del niño en lo que atañe al mal; pero, en cuanto a sus propios razonamientos, sean personas hechas y derechas.

21. Está escrito en la ley: En otros idiomas y por boca de extranjeros hablaré a este pueblo, y ni siquiera así me escucharán, dice el Señor.

22. El don, pues, de hablar un lenguaje misterioso tiene carácter de signo para los incrédulos, no para los creyentes. En cambio, el don de comunicar mensajes de parte de Dios está destinado a los creyentes, más bien que a los incrédulos.

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