30. Porque los israelitas y los judaítas hacen desde su juventud lo que me parece mal, me han irritado con sus obras —oráculo del Señor—.
31. Esta ciudad ha provocado mi ira y mi cólera desde el día en que la construyeron hasta hoy, hasta el punto de tener que apartarla de mi vista,
32. debido a todas las maldades que cometieron israelitas y judaítas para irritarme; y no solo el pueblo llano, sino también sus reyes, dignatarios, sacerdotes y profetas, la gente de Judá y los habitantes de Jerusalén.
33. Me dieron la espalda, que no la cara; yo los instruía continuamente, pero no escuchaban ni aprendían la lección.
34. Metieron sus ídolos abominables en el Templo que lleva mi nombre, profanándolo.