16. Después de entregar el contrato de compra a Baruc, hijo de Nerías, oré al Señor así:
17. —¡Ay, Señor mi Dios! Tú eres quien ha hecho el cielo y la tierra con gran poder y brazo extendido. Nada te resulta imposible.
18. Aunque pones de manifiesto tu amor por generaciones, castigas la culpa de los padres en sus descendientes. Eres un Dios grande y poderoso: ¡Te llamas Señor del universo!
19. Tus proyectos son soberbios, magníficas tus acciones; tus ojos advierten la conducta humana y pagas a cada uno conforme a sus obras, según merecen sus acciones.
20. Hiciste signos y prodigios en el país de Egipto, en Israel y entre todas las gentes, y te has ganado un renombre que dura hasta hoy.
21. Sacaste a tu pueblo Israel del país de Egipto con signos y prodigios, con mano dura y brazo extendido, y con gran terror.
22. Les diste esta tierra, que habías jurado dar a sus antepasados, una tierra que mana leche y miel.
23. Vinieron a tomar posesión de ella, pero no hicieron caso ni a ti ni a tus leyes; no cumplieron las normas que les diste, por eso convocaste contra ellos todas estas desgracias.
24. En estos momentos los taludes llegan a la ciudad para conquistarla, y la ciudad está condenada a caer en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Lo que anunciaste ha tenido lugar; tú mismo lo estás viendo.
25. ¿Cómo, pues, me dices, Señor Dios, que compre el campo delante de testigos, cuando la ciudad está siendo entregada a los caldeos?
26. Jeremías recibió la palabra del Señor en estos términos:
27. —Yo soy el Señor, Dios de todo viviente; ¿crees que algo me resulta imposible?
28. Por eso, así dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que la conquistará.