1. El hambre continuaba asolando el país.
2. Así que cuando a Jacob y a sus hijos se les acabó el grano que trajeron de Egipto, su padre les dijo:—Vayan otra vez a comprar un poco más de alimento para nosotros.
3. Pero Judá le recordó:—Aquel hombre nos advirtió claramente que no nos recibirá si no llevamos a nuestro hermano menor con nosotros.
4. Si permites que nuestro hermano menor venga con nosotros, bajaremos a comprarte alimento;
5. pero si no lo dejas venir, no iremos. Aquel hombre fue tajante: «Si no traen a su hermano menor, no los recibiré».
6. Entonces Israel replicó:—¿Por qué me han hecho esto, diciendo a aquel hombre que tenían otro hermano?
7. Ellos respondieron:—Porque aquel hombre nos hacía muchas preguntas sobre nosotros y nuestra familia. Nos preguntaba si vivía nuestro padre, si teníamos algún otro hermano; nosotros no tuvimos más remedio que responder a sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que nos mandaría llevar a nuestro hermano menor?
8. Y Judá dijo a su padre Israel:—Deja que el muchacho venga bajo mi cuidado y pongámonos inmediatamente en marcha; solo así nosotros, tú y nuestros hijos podremos sobrevivir y no moriremos.
9. Yo me hago responsable de él; a mí me pedirás cuentas de lo que le pase. Si no te lo devuelvo sano y salvo, yo seré el culpable ante ti para siempre.
10. Si no hubiéramos titubeado tanto, ya estaríamos de vuelta por segunda vez.
11. Entonces Israel, su padre, les dijo:—Pues si no hay más remedio, hagan lo siguiente: metan en sus costales regalos para aquel hombre de lo mejor que produce esta tierra: un poco de bálsamo, un poco de miel, perfume, mirra, nueces y almendras.
12. Lleven también el doble de dinero, para devolver el que les pusieron en la boca de los costales, quizás por descuido.