32. éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; uno ya no está con nosotros y el menor se ha quedado en Canaán con nuestro padre».
33. Pero aquel hombre, el señor del país, nos dijo: «Voy a comprobar si son gente honrada: dejen aquí conmigo a uno de sus hermanos mientras los demás llevan algo de grano para calmar el hambre de sus familias;
34. pero a la vuelta deberán traer a su hermano menor. Así sabré que no son espías, sino gente honrada; entonces les devolveré a su hermano y podrán comerciar en mi país».
35. Cuando vaciaron sus costales, se encontraron con que la bolsa de dinero de cada uno estaba allí. Esto hizo que ellos y su padre se llenaran de preocupación.
36. Entonces su padre, Jacob, les dijo:—¡Me van a dejar sin hijos! José ya no está con nosotros, Simeón tampoco está aquí, ¡y ahora me van a quitar a Benjamín! ¡Todo se vuelve contra mí!
37. Pero Rubén dijo a su padre:—Confíalo a mi cuidado y yo te lo devolveré. Si no lo hago, puedes dar muerte a mis dos hijos.
38. Pero Jacob respondió:—Mi hijo no irá con ustedes. Su hermano está muerto y él es el único que me queda. Si le sucediese alguna desgracia en el viaje que van a emprender, ustedes tendrían la culpa de que este pobre viejo se muera de pena.