Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Ezequiel 33:9-23 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

9. Pero si alertas al malvado para que abandone su conducta, aunque él no se convierta y muera por su propia culpa, tú habrás salvado tu vida.

10. Hijo de hombre, di a los israelitas: Ustedes andan diciendo: «Nuestros delitos y pecados nos abruman, y nos sentimos consumidos por ellos. ¿Cómo podremos vivir?».

11. Tú les dirás: Juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que no me complace la muerte del malvado; solo quiero que cambie de conducta y viva. Conviértanse, conviértanse de su malvada conducta. ¿Por qué tienen que morir, pueblo de Israel?

12. Hijo de hombre, di a tus compatriotas: La justicia del justo no lo salvará cuando peque, y la maldad del malvado no le hará sucumbir cuando se aparte de su maldad. Si el justo peca, no podrá vivir apelando a su justicia.

13. Supongamos que digo al justo: «Vivirás»; si él, confiando en que es justo, comete una injusticia, no se le tendrán en cuenta todas sus obras justas, sino que morirá por la injusticia que cometió.

14. Y si digo al malvado: «Eres reo de muerte», pero se arrepiente de sus pecados y comienza a practicar el derecho y la justicia:

15. devuelve lo que tiene en prenda, restituye lo robado, se conduce según los preceptos que dan la vida y decide no cometer injusticias, seguro que vivirá, no morirá.

16. No se recordará ninguno de los pecados que cometió; puesto que ha practicado el derecho y la justicia, ciertamente vivirá.

17. Tus compatriotas dicen: «No es justo el proceder del Señor»; en realidad, es su proceder el que no es justo.

18. Si el justo se aparta de su justicia y comete una injusticia, morirá por ella;

19. y si el malvado se aparta de su maldad y practica la justicia y el derecho, vivirá por ello.

20. Y aunque insistan: «No es justo el proceder del Señor», juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta, pueblo de Israel.

21. El año duodécimo de nuestra cautividad, el día cinco del décimo mes, vino a mí un fugitivo de Jerusalén anunciando que la ciudad había sido tomada.

22. Aquella tarde, antes de la llegada del fugitivo, la mano del Señor se había posado sobre mí y había abierto mi boca antes de que aquel llegara por la mañana. Después de abrirme la boca ya no volví a quedar mudo.

23. El Señor me dirigió la palabra:

Leer capítulo completo Ezequiel 33