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Deuteronomio 1:20-37 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

20. Entonces les dije: «Ya han llegado a las montañas de los amorreos, que el Señor nuestro Dios nos da.

21. El Señor tu Dios te entrega esta tierra: ¡Adelante, pues!, toma posesión de ella tal como te ha dicho el Señor, el Dios de tus antepasados. No temas ni te acobardes».

22. Pero todos ustedes vinieron a decirme: «¿Qué tal si primero enviamos algunos hombres para que inspeccionen esta tierra y averigüen qué rutas debemos seguir y las ciudades en las que podemos entrar?».

23. Su propuesta me pareció buena, así que escogí a doce de ustedes, uno por cada tribu.

24. Ellos partieron y subieron por la montaña hasta llegar al valle de Escol y exploraron la zona.

25. Después tomaron algunos frutos de la tierra, nos los trajeron y nos dijeron: «La tierra que el Señor nuestro Dios nos da es realmente espléndida».

26. Sin embargo, ustedes se rebelaron contra la orden del Señor su Dios, se negaron a subir,

27. y se pusieron a murmurar dentro de sus tiendas diciendo: «El Señor debe odiarnos; nos sacó de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos».

28. ¡A dónde vamos a ir! Nuestros hermanos nos han metido el miedo en el cuerpo al decirnos que la gente de allí es más fuerte y más alta que nosotros, que las ciudades son enormes y están provistas de murallas que tocan el cielo. ¡Para colmo, nos dicen que vieron anaquitas por allí!

29. Entonces les respondí: «No se asusten ni les tengan miedo.

30. El Señor su Dios va delante de ustedes y combatirá por ustedes, como ya vieron que lo hizo en Egipto.

31. Y también has visto cómo el Señor tu Dios te conducía a lo largo de todo el camino que han recorrido por el desierto hasta llegar aquí, con el cuidado con que un padre lleva a su hijo».

32. A pesar de eso, ninguno de ustedes confió en el Señor su Dios,

33. que iba delante de ustedes para buscarles dónde acampar. De noche lo hacía en forma de fuego, para que vieran el camino a seguir, y de día los acompañaba en forma de nube.

34. Cuando el Señor escuchó sus murmuraciones, se enojó e hizo este juramento:

35. «Nadie de esta generación perversa verá esta tierra fértil que juré dar a sus antepasados.

36. Solo la verá Caleb, hijo de Jefuné. A él y a sus hijos les daré la tierra que ha explorado, porque él sí ha confiado plenamente en el Señor».

37. También el Señor se enojó conmigo, por culpa de ustedes, y me dijo: «Tampoco tú entrarás en esa tierra.

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